MARCAHUASI VEINTICINCO AÑOS DESPUES
Hace veinticinco
años estaba parado en los pasillo de la universidad pensando que podía hacer
por mi cumpleaños, pero curiosamente no pensaba en una fiesta, sino en algo
especial al aire libre, algo fuera de la ciudad. En eso me cruzo con mi amigo
Edgardo Portilla quien con un diario en mano me dice: “Mira, hay un grupo de
caminantes llamado Tarpuy que está organizando un viaje a Marcahuasi y creo que
es para la fecha de tu cumpleaños…”. La idea me pareció espectacular, por lo
que acudí a una de sus conferencias en una oficina ubicada, si mal no recuerdo,
en el jirón Lampa en el centro de Lima. En esa reunión me enteré que el viaje a
Marcahuasi era para el mes de agosto y que previamente habrían dos salidas de
preparación: una al pueblo de San Juan de Lanca y otra al Bosque de Zárate,
ninguna de esas salidas, incluso la de Marcauasi, coincidía con mi cumpleaños,
pero ese viaje a las montañas que hasta ahora no termina para mi, se había
iniciado.
La caminata a
San Juan de Lanca fue relativamente sencilla por una carretera afirmada,
partiendo de un punto en la carretera denominado Sol y Campo, hasta llegar al
pueblo un total de 20 kilómetros, entre ida y vuelta, en dos días de caminata.
La caminata a
los Bosques de Zárate fue una masacre, 15 kilómetros, entre ida y vuelta,
partiendo desde la localidad de Tornamesa en la Carretera Central, para superar
una serie de montañas áridas, sin
posibilidad de abastecerse de agua entre las ocho de la mañana que empezó la
caminata hasta el día siguiente al medio día que encontramos un ojo de agua en
el mismo bosque. Con esta última caminata, ya estábamos listo para subir a la
meseta de Marcahuasi.
Hasta que llegó el día, era fines de agosto
del año 1990, el punto de partida era en el pueblo de San Juan de Lanca a donde
llegamos un jueves por la noche para acampar en la polvorienta cancha de futbol
de pueblo. Valga la aclaración, en ese entonces yo no tenía carpa, así es que
acampar para mi significaba en la práctica dormir a la intemperie. Tampoco
tenía cocina, así es que tengo recuerdos de haber participado en una suerte de
olla común con algunos amigos. A la mañana siguiente, recuerdo a muchas
personas con las que ya había establecido vínculos de amistad en ese grupo:
Jaime Terán, Lucho Zavala, Diana Meza, Victor Santiago, Coco Ruilier, Fernando
Robles, Chela Lechuga, Daniel Sparrow, Walter
Baldeón, entre otros, lo cual es simplemente el inicio de una larga
lista de amigos con muchos de los cuales hasta el día de hoy estamos en
contacto.
El primer tramo consistía en una trepada
interminable por un cerro denominado Lagartija y realmente un bajo el sol se
sentía asi, motivación generada por el colectivo era muy intensa e hizo que los diez kilómetros de caminata hasta el pueblo de San Mateo de Otao fueran posibles
de ser recorridos, con la contingencia adicional que no encontrar ni una gota
de agua para abastecerse entre el punto de partida y el punto de llegada. En el
pueblo de Otao recuerdo que dormimos en un local que nos proporcionó la
autoridad local, más de cien personas durmiendo cocinando y durmiendo en el
piso, todo un lujo a esas alturas, mas aun si yo no tenía carpa. Al borde de la
media noche, tengo el recuerdo de estar en el cementerio del pueblo con Jaime
Terán, Diana Meza, Daniel Sparrow, Coco Ruilier, Luis Cerván, y tal vez Victor
Santiago, contando chistes sobre una tumba.
El
segundo tramo, de aproximadamente diez kilómetros fue partiendo del Pueblo de
San Mateo de Otao hasta un pueblo fantasmas denominado Chauca, de allí se
camina hasta un punto denominado Recracancha, una quebradita donde nos pudimos
abastecer de agua y valga la aclaración, es el último punto donde uno se puede
abastecer de agua, porque en la meseta no hay fuentes permanentes de agua.
Tengo el recuerdo de haber llegado al a meseta al atardecer, también recuerdo
haber sido hospedado por Fernando Robles en su carpa, color naranja; recuerdo que
por la mañana nuestras reservas de agua se congelaron, por lo que mi
agradecimiento a Fernando Robles es doble. Recuerdo una fogata, recuerdo más
chistes, recuerdo a Hernán Luyo y su hijo Gonzalo, a Daniel Sparrow comiendo
atún con cebollas, a un pata llamado Homero que le gustaba andar en
calzoncillos, a Jaime
Terán compartiendo una bebida no recomendable para el consumo humano
denominada “yonque” , recuerdo que con
Daniel cantábamos canciones de los Beatles, recuerdo finalmente que no quería
que ese viaje termine.
Veinticinco años después me entro que el
grupo Tarpuy organizaba para el año 2015 una nueva expedición a la meseta, para
conmemorar aquel viaje histórico del año 1990 y no lo dudé y decidí participar
del proyecto. De aquellos tiempos nos acompañó Jaime Terán, Chela Lechuga, Clodoaldo Rondán, el organizador de la
caminata, tanto en la versión del año
1990, como en la versión del 2015, Alfonso “Pocho” también organizador de
Tarpuy y varios amigos mas que si bien no habían participado en la versión del año
1990, estaban muy entusiasmados. La ruta era la misma de hace veinticinco años,
solo que esta vez dormimos la primera noche en San Mateo de Otao y la segunda
en Chauca, para el tercer día atacar la meseta, donde nos esperaban Víctor
Santiago y Lucho Zavala, también participantes del año 1990.
Veinticinco años después solo me queda
estar agradecido, por los amigos que conocí y los maravillosos lugares que
visité y me queda claro que si bien en el año 1990 empezó la caminata, ésta hasta
el día de hoy no termina.
Que gratos recuerdos. Mi nombre es Orlando Rodriguez. También participé con el grupo Tarpuy, incluso aparezco en la foto 10° con un banderín en al mano, al lado de Chela Lechuga. Después ya no pude continuar con las caminatas por los quehaceres de la vida universitaria que estaba por culminar. Un gran saludo.
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