jueves, 7 de febrero de 2013

EXPEDICIÓN AL DESIERTO DE ICA: 2013


En el año 2012 la sonda espacial Curiosity envía a la tierra sus primeras imágenes de la superficie del planeta Marte y al verlas me pude dar cuenta que me resultaban muy familiares, es decir que de pronto albergué la sensación de haber estado allí, o por lo menos en un lugar parecido.  





Obviamente la respuesta era la segunda opción, es decir, que las imágenes del planeta Marte me recordaban a un lugar muy parecido que había tenido que pasar por los mismos procesos geológicos, eólicos y tal vez marítimos para verse de esa manera. En conclusión me estoy refiriendo al desierto de Ica, un pequeño rinconcito del planeta Marte, en la tierra. 
 
              

Con esa inspiración, nuevamente organizamos una expedición al desierto de Ica, pero trazando una nueva ruta, más larga y más difícil que la del año pasado (partiendo de Pozo Santo): esta vez partiríamos de las afueras de la ciudad de Ica, desde un punto llamado El Alto de Comatrana y trazando un rumbo de 260°, caminaríamos en línea recta unos 60 Km aproximadamente hasta llegar en dos días y un poco más a la caleta de pescadores de Laguna Grande donde recién podríamos abastecernos de agua y víveres, para luego en un tramo final de enlace de poco menos de 30 km llegar a la Reserva Nacional de Paracas en un día más de caminata.  



Formamos un equipo inicial con Daniel Sparrow, Griselda Aparicio, Fernando Robles, Kike Antón y yo, con la idea de partir el viernes 11 de enero del 2013, sin embargo Daniel tuvo un problema de salud lo cual postergo el viaje una semana, en la cual Griselda tuvo que viajar a Puno y Fernando tuvo complicaciones laborales, por la cual el grupo de redujo a Kike Antón yo, integrándose en el último minuto Jaime Terán. Finalmente la expedición sería de tres. 
 
 


Como es de costumbre no dejamos nada al azar. Llevamos tres unidades GPS, mapas, brújulas y radios, puesto que perderse en el desierto sería tan sencillo y peligroso como perderse en medio del mar. Sumamos a eso el uso de ropa especialmente recomendada para el desierto: camisa de manga larga, pantalón largo, gorro, etcétera, y por supuesto un buen protector solar.  
            
 Con relación a la comida y el agua yo aposté por calcular las calorías que se consumirían en la travesía y lleve alimentos que representarán el 70% de las mismas (barras energeticas, sopa ramen, pudin de chocolate) el 30% restante procederían de mis reservas corporales. Con relación al agua aposté por diez litros de bebidas hidratantes más un litro de agua para los dos días que no tendríamos la posibilidad de abastecernos. Por su parte Kike apostó por exigir más a su cuerpo y en consecuencia llevo un poco menos de agua y alimentos más naturales (mandarinas, naranjas), por su parte Jaime se inspiró en el último momentos e improviso en el supermercado antes de partir. 
 



Partimos el viernes 18 de enero aproximadamente a las 7:30 pm de la empresa Soyuz de la avenida México con destino a Ica, con la intensión de iniciar la camina ata ese mismo día y robarle unos cuantos kilómetros a la madrugada. Sin embargo, Jaime que ya estaba con nosotros en la agencia y con su boleto comprado, perdió el bus por ir a comer un chifa, lo cual hizo que recién nos reuniéramos en Ica a las dos de la mañana, demasiado tarda para caminar.  

Sábado 19 de enero, 7:30 am, damos inicio a la caminante desde el Alto de Comatrana (200 msnm), a las afueras de Ica, trazando el rumbo 260°. Los primeros  tres Kilómetros pudimos aprovechar la carretera Ica - Carhuas, para luego abandonar la misma e internaremos en el desierto. Siempre los primeros kilómetros serán los más difíciles hasta que el cuerpo se acostumbra, más si el calor es abrazador desde las primeras horas; sumado a eso es el hecho que este desierto no es plano sino es una combinación de superficies, paisajes e historia de civilizaciones muy antiguas que afloran entre las dunas mostrándonos sus restos arqueológicos que se miran pero no se tocan. También tuvimos la mala suerte de encontrarnos con las huellas del hombre moderno y de sus poderosos vehículos con los que compitieron en el rally Dakar, huellas que el viento se estaba encargando ya de borrar para dejar nuevamente en  blanco el lienzo del desierto.

 
Este primer día nos toco caminar por arena y tierra compacta combinada con médanos, bordeando cerros de estructura rocosa y de estratos sedimentarios,  hasta alcanzar los 700 msnm luego de 25 km de caminata en la pampa denominada Camino Enladrillado donde acampamos y pudimos divisar a lo lejos, desde lo alto, la bahía de Paracas iluminada, tan cerca y tan lejos.  Es importante señalar que en ese punto tan alto  del desierto se forma un micro clima debido a la condensación de la niebla que viene del mar, dando lugar, solo en esa zona, a la aparición de esporádicas plantas tipo arbustos.





 Domingo 20 de enero, 7:30 am damos inicio al día más largó de nuestras vidas, para atravesar una zona llamada Cerro los Médanos, que eran una serie de dunas de arena poco compacta en las partes bajas y arena muy fofa en las partes altas, por lo que en ese momento bautizamos esté trekking como el Dakar de las caminatas. El desnivel iba de más a menos, lo cual era alentador por que el objetivo era llegar al nivel del mar. Luego de las dunas seguían pampas interminables con paisajes del planeta Marte e incluso paisajes egipcios con pirámides pérdidas. A las 8:00 pm estábamos prácticamente sin agua y a casi 10 km de Laguna Grande, totalmente agotados y con los pies adoloridos, pero pernoctar nuevamente en medio del desierto no era una opción, lo único que nos quedaba era llegar a Laguna Grande, en caminata nocturna asistida por linternas, gps, brújula y mapa. Como a las 10:00 pm llegamos al mar, a la playa El Chucho, a 2,5 km de nuestro destinó, lo que nos demuestra que el desierto nos mandó un poco más al sur, antes que pudiéramos corregir el rumbo, o mejor dicho debimos corregir el rumbo con más frecuencia. 






De la playa El Chucho empalmamos una carretera afirmada que nos condujo en poco más de hora y media a Laguna Grande, donde llegamos Jaime y yo, primero y luego Kike con 30 minutos de diferencia, porque se pasó por lo menos un kilómetro del punto de llegada. La caleta a esa hora dormía y nadie nos atendió, sólo nos quedaba armar las carpas y dormir hasta el día siguiente. 
             

 El día lunes solo nos quedaba hacer un tramo de enlace ya conocido por nosotros que parte de Laguna Grande, pasa por las Salinas de Otuma y culmina en la entrada de la Reserva Nacional de Paracas, para luego desplazarnos a Paracas, el Chaco,  donde luego de almorzar un rico pescado nos desplazamos a Pisco y luego a Lima.
              

 Fue una gran experiencia, una caminata exigente, que puso a prueba nuestro estado físico, nuestro equipo y nuestra técnica. El próximo año volveremos, trazando una nueva ruta, tal vez un poco más difícil, corrigiendo los errores de esta vez.