lunes, 11 de mayo de 2020

HUAYTAPAYANA 1998


" Y otra vez fluyen leves los dones del recuerdo
cuando el mundo se extingue en silencio
y los ojos premunidos de escarcha apenas existen
persiste el eco de las voces ...
todavía, Vamos cada quien con su historia...."

(Fragmento del Poema Invierno del poemario Estaciones,
de Miguel Ángel Huamán Villavicencio, Lima 1985)
HUAYTAPAYANA Y LA VIRGEN DE LAS NIEVES:


CUESTIONES PREVIAS:

Después de mucho tiempo el almanaque nos regalaba un fin de semana sorprendentemente largo: 05, 06, 07 y 08 de diciembre de este año 1998. Consientes de esto, dos semanas antes nos reunimos Saúl Cárdenas y yo a efectos de planear una interesante expedición de montaña. Las alternativas fueron muchas: La Reserva Nacional de Paracas, Las Loberías de Marcona, el cauce del Río Grande hasta su desenbocadura, etc. Sin embargo, considerando que la temporada de alta montaña llega a su fin, devido al inminente comienzo de la temporada de lluvias, decidimos llevar a delante una expedición de montaña en el Departamento de Junin, a la Zona de los Nevados Tunshu, Tucumachay, Manon Uno, Manon tres y otros, en la cual adicionalmente conoceríamos las lagusnas de Azul Cocha, Huaylacancha, Carhuacocha y Tembladera. 


CUESTIONES LOGÍSTICAS:

Consientes de que la temporada de lluvias se avecina, no dudamos en seleccionar en primer lugar el equipo adecuado: Carpas preparadas para la lluvia y nieve, Ponchos para Lluvia, casacas de Goretex con capucha, covertores para la mochila, etc. Adicionalmente y atendiando a que no conocíamos la ruta, nos equipamos con las Cartas Nacionales de la zona, que por esas cuastiones de la Ley de Muphy, se encontraba distribuida en cuatro cartas: Matucana(24-K), La Oroya(24-L), Huarochirí (25-K) y Yauyos(25-L), las cuales nos servirían para trabajar la ruta complementariamente con el GPS Magellan 2000XL, compañero inseparable de nuestras últimas expediciones. Y por supuesto el equipo para el frío, casacas de polartec o plumas, según el gusto de cada uno, cocina, alimentos deshidratados, y demás cachivaces que resulta osioso mencionear. Finalmente teníamos listas las mochilas con un peso promedio cada una de 18 Kg.


RESCATANDO AL SOLDADO SANDRO:

Sandro Ormeño, un viejo amigo mío con el que una vez en el año 1990 recorrimos el camino al bosque de Zárate, en mi opinión una de las rutas clásicas de montaña del valle del Rimac, estuvo casualmente en mi casa durante una de las muchas reuniones de planificación de la expedición y se animó, virtualemnte a última hora, a ir con nosotros. Debo se sincero, yo albergué mis dudas, por que hacía casi diez años que no salía a la montaña, pero habían algunos factores a su favor: no fuma, no consume licor en exceso, muy poco café, (no se cuanto sexo), es muy delgado y alto, por lo que por lo menos ya eran puntos en su favor. Con relaciòn al equipo procedimos a recomendarle a un amigo que alquila equipo indicandole que era lo fundamental: Casaca de plumas o polartec, casaca para la lluvia, mochila de escalada de 80 L. Con relaicón a lo demás: Botas, ropa, comida, etc, no fue problema para el conseguirlo. Pero Saúl y yo estabas preocupados por Sandro, no sabiamos a ciencia cierta como le iba a ir, pero asumimo el riesgo y en todo caso estaríamos dispuestos a Rescatar al Soldado Sandro.


¡BAJA PACHACAYO!

Sábado, 5:45 am, llama Sandro por teléfono a mi casa para decirme que estaba listo y en camino para darme el alcance. 
6:20 am, Sandro llega a mi casa, ultimamos algunos detalles de orden técnico y partimos para la casa de Saúl.
7:00 am estamos ya en la casa de Saúl, ultimanos algunos detalles, nos comimos uns ricos bombones de chocolate rellenos con menta echos en casa por la mamá de Saúl y partimos rumbo al Centro de Lima y ante la dificultad de conseguir transporte, nos movilizamos a Hiervateros, donde en cuestión de media hora estábamos partiendo rumbo al centro del país por la carretera central.


Tras una breve parada en un restaurante de ruta para almorzar, cerca a La Oroya, donde nos empujamos una rica sopa criolla (con carne, leche, huevo, fideos, orégano y en mi caso mucho ajo). Siendo aproximadamente las 2:00 pm arribamos al poblado de Pachacayo, ubicado en la carretera Central a 45 km al Sur Este de La Oroya, lo que vialmente se constituye como el desvío a la SAIS TUPAC AMARU y al distrito de Canchayllo y para nosotros a los nevados y lagunas del Pariacaca. Nos encontrabamos aún lejos de nuestro destino, pero se ubicaban allí varias personas que prestaban servicio de movilidad. Conversamos con uno de ellos, el cual nos dijo que lo mejor era movilizarnos primero al distrito de Canchayllo donde sería relativamente más facil conseguir movilidad. y en efecto, dicho señor por S/ 5,00 nos movilizó al mencionado distrito y nos adelanto que el transporte a la laguna Huaylacancha (nuestro punto de partida) nos costaría aproximadamente S/ 80,00, lo cual coincidía con la información que previamente habíamos recopilado en Lima. En Canchayllo, nos entrevistamos con el Alcalde, el cual nos dió la información sobre la zona. hasta ese momento todo bien.


Sin embargo los problemas empezaron cuando los transportistas trataron de sacar provecho de nosotros y nos pidireon hasta S/ 150,00, solamente de ida, por movilizarnos hasta, y una suma similar por recogernos el diá martes al medio día, el precio nos pareció exorbitante, puesto que dicho servicio cuesta en promedio S/ 70,00, lo cual nos fue confirmado de manera REITERADA por los pobladores de Canchacayo, los cuales nos informaron que ese Señor transprotista paellidado Morales, era el el "Rey del Transporte" y que tenia varias unidades y que tenía la costumbre de sacer provecho en situaciones como la nuestra. Bueno, finalmente ya estábamos allí, y soles más o soles menos, no podíamos abortar nuestro proyecto. Sin embargo de manera confidencial los porbladores nos dieron a entender que no era seguro que nos fueran a recoger tres días después, lo cual realmente nos preocupó puesto que no podíamos arriesgarnos a terminar la ruta y quedarnos varados en una zona inospita, a 50 Kilómetros de la carretera Central, en ralidad era mucho riesgo para nosotros en ese sentido, por lo que decidimos de manera unánime ABORTAR la expedición y regresar a la Carretera Central.

TRES TRISTES TIGRES EN BUSCA DE UN PLAN "B":

Eramos tres tristes tigres al pié de la Carretera Central, en el departamento de Junín, y si bien no teníamos un sobre sellado con la notaciòn "Abrasé en caso de emergencia", tampoco estabamos perdidos en el espacio impedidos de elaborar un "Plan B", en funsión del tiempo y del equipo del que disponíamos.

Las alternativas para elaborar el "plan B", fueron las siguientes: La Gruta de Guagapo, la cual fue descartada por no contar con el equipo adecuado para ingresar a la gruta; El bosque de piedras de Huayay. el cual fue dedcartado por motivos de seguridad, es decir es mejor ir con un grupo más numeroso; y fianlmente nuetra elecciuón fue el NEVADO HUAYTAPAYANA.


Ya con nuestro destino nuevamentre trazado, nos dirigimos a la ciudad de Huancayo, una ciudad desconocida para mi, más no para Saúl quien fungiría de guia. Eran las 6:30 pm cuando llegamos y practicamente habíamos perdido un día, por lo que lo más importante en ese momento para nosotros era recopilar la información de la ruta al Huaytapayana. Luego de pasar por dos agencias de de turismos convencional en la Calle Real, terminanos, por recomendación de una de ellas("Huanca Tours"), en una Pizzería Pub denominada LA CABAÑA (Av. Giraldes Nº 652), en la cual fuimos atendido por su dueño, el Señor Luis Hurtado, el cual por lo que vimos se encuentra dedicado al Turismos de Aventura y era un Experto Conocedor de la zona turistica de Huancayo y del Valle de Mantaro. Lucho Hurtado, muy amablemente nos trazó una ruta de 20 Kilometros que partía del Kilómetro 29 de la carretera al Noreste de Huancayo, recorriendo los siguientes puntos: Laguna Carhuacocha, Laguna Cocha Grande, Cerro Yanauccha, pampa Doble coto, Laguna Lazo huntay, Quebrada Huishna, Quebrada Ronda, hasta la exhacienda Acopalca. Incluso no facilitó la Carta Nacional para poder trabajar la ruta con el GPS. Resultó que Lucho también era dueño de un alberge de puta madre denominado "La Casa de la Abuela"(Av. Giraldes Nº691), una casona, tal vez de los años cuarenta, impecablemente conservada, con acabados en madera, calida, acogedora, con un amplio jardín interior, un lugar obligado para los turistas amantes de la aventura y el buen servicio.


Ya con el plan trazado, grcias a Luis Hurtado, aprovechamos para dar una veultita por la ciudad de Huancayo antes de dormir e iniciar nuestra ruta al día siguiente. Nuestro breve y sano recorrido comenzó con un deliciosa Pizza en LA CABAÑA, la cual acompañamos con un Show de música andina en vivo, dándonos el gusto de pedir a los músicos interpreten el HUAYAYAY, mediante la clásica anotación del pedido en un servilleta y con dedicatoria incluida. Luego, por curiosidad fuimos a conocer la disco de moda en la cidudad, así es que consultando a un taxista, estuvimos un par de horas en la Discoteca "LA Noche" donde tuve la oprutnidad encontrarme con un amigo del colegio, Christian Chang, que no veía hace doce años, el cual se encontraba en la ciudad con motivo de una evento nacional relacionado con la MACA ANDINA o algo así.

Fue una noche tranquila y de gratos encuentros, no solo con mi amigo del colegio, sino con unas amigas de Huancayo que conocimos en la disco, pero todo terminó temprano por que la Aventura se iniciaba al día siguiente. 

KM 29 Y LA VÍRGEN DE LA NIEVES:

A la mañana siguiente, en la Calle Olaya, contratamos un vehículo que por S/ 50,00 nos condujo por la carretera a al Noereste de Huancayo, hasta el punto más alto de la misma, esto es en el el Km. 29, (a 29 Kilometros de de Huancayo) donde se encuentra un icono alusivo a la "Virgen de las Nieves" y un restaurente de carretera donde aprovechamos para igerir un calientito y sabroso mate de coca. Nos encontrabamos a 4 590 m.s.n.m, y no puedo negar que la altura nos afectaba un poco (a Saúl tal vez no tanto por que el era el reciócrata del grupo) así es que inciamos la caminata de manera lenta para ir adaptandonos de manera progresiva. En una primera etapa y tras superar un desnivel de casi 200 metros y una distancia de 2 kilómetros, arribamos a la Laguna Carhuacocha, pudiendo divisar desde allía parte del Huaytapayana. Ya aclimatados y en una segunda etapa asaltamos la Laguna de Cocha Grande, en un desnivel de 300 metros y una distancia de 2 Kilómetros, Saúl por la cota de los 4 600 m.s.n.m. por el lado derecho y Sandro y yo por el lado izquierdo ,muy pegados al cerro Yanaucsha, por que en realidad no había un canmino marcado y por lo tanto no había formulas para asaltar la laguna, todo era a ojo de buen cubero y siempre desde la posisiòn de uno la ruta elegida por el otro se verá más facil y viseversa.


Casi al pié de la laguna Cocha Grande, a 4 750 m.s.n.m. la vista era por demás increible, el nevado Huaytapaya en su cara sur, y el glacial que descendía hasta dar origen a la laguna realmete de pelicula, casi a las 5:30 pm. con fuertes vientos que azotaban nuestros cuerpos y con las ganas de seguir adelante.

El siguiente paso de nuestra expedición implicaba alcanzar un abra ubicada a 4 900 m.s.n.m., a 4 kilometros de distancia para luego descender a 4 700 m.s.n.m. No pudiendo arriesgarnos a que nos sorprenda la noceh en el intento puesto que las condiciones del terreno, el clima y el grado de inclinación de la pendiente no nos permnintiría acampar en las mejores condicioenes

Consultando los mapas y el GPS, llegamos a la conclusión que dicha operación nos tomaría por lo menos seis horas por lo que, a efectos de no correr riesgos innecesarios, procedimos a armar el primer campamento, al pie de la laguna y con una privilegiada vista al nevado. Eran las 6:00 pm, nos aprovisionamos de agua, aprovechamos para tomar las fotos de rigor a 50, 80, 135 y 200 mm, efecuar un análisis parcial del desenvolvimiento del grupo, en especial del Soldado Sandro que para nada nos había decepcionado. A las 7:00 pm cenamos, luego de superar un pequeno impase con la Cocina MSR, impase cuya responsabilidad asumo directamente por no haberla revisado minuciosamente antes de partir. Sandro y Saúl comieron una crema de algo (esparragos tal vez) convinada con esa seca y tripuda salchicha italiana denominada cabanozzo. Por mi parte yo consumí una sopa instantanea Knorr de manufactura argentina, acompañada con su tripuda salchiccha italina y unos tamalitos mexicanos (una suerte de pasta de maíz rellena de una suerte de pasta de frejoles con carne), nada que ver con los tamales peruanos que desayuno todos los domingos y para que baje un matesito, por supuesto.


Barriga llena y todo eso, procedimos a dormir o mejor dicho intenté dormir. Recuerden que estabos casi a 4 800 m.s.n.m. y la proporción de oxigeno es menor al de la costa y siempre es jodido dormir la primera noche a esa altura. En lo personal, lo que ocurre conmigo es que cuando estoy por "quedarme dormido" enpiezo a concebir una surete de sueños estresantes o pesadillas ligeras (Light Nightmare), las que no concibo para nada el Lima, las cuales a su vez me impiden conciliar plenamente el sueños, en un inicio, ahsta que finalmente duermo. 

Esa noche nevó, afortunadamente las dos carpas que llevamos, una Out Bond y otra, estaban preparadas para la lluvia y para la nieve. A las seis de la mañana salimos de la carpa y todo absolutamente todo estaba cubierto de nieve, calculo unos diez o quince centímetros, y nosotors sencillamente en medio de ese inmenso manto blanco y frio, siempre al pie de la laguna y del nevado Haytapayana el cual a esas alturas practicamnte nos había dado en alcance. Si fueramos creyentes tal vez diriamos que ese fue un regalo de la Virgen de las nieves, pero en nuestro caso solo podremos decir que tuvimos la suerte de que nevara.

WALK AROUDN THE CLOCK:

Eran las 7:30 am, y desayunamos mate, granola "Lonchera" (en mi opinión la mejor del mercado) yogurt, galletas, pate, y otros menjunjes muy sabrosos. leventamos el campamento, cosa que yo odio con toda el alma, y nos vestimos con la indumentaria adecuada para cruzar el abra sin nombre, en mi caso un pantalon de algón (buzo), con una licra de trekking debajo (por si hay que sacarse el pantalón), un polo de prolipopileno de VauDe que me ayuda a eliminar el sudor y me mantiene seco y la casaca de Pollartec, para el frio. Bien, todos listos y vestidos para la ocasión. se da inicio a la caminata y a los cinco, literalemnte cinco, minutos y al amapro de lo prescrito por la ley de Murphy, empieza la lluvia, por lo que tuvimos que parar, abrir la mochila y vestirnos para la lluvia, lo cual en esas condicones era un poco jodido, pero lo hicimos, en menos de dos minutos estabamos con las casacas de Gore Tex, los protectores para las mochilas y en el caso de Saul su recio poncho para lluvia la estilo Vietnam, pero naranja.


Bajo la lluvia y la niebla teníamos la obligación de ubicar el abra, pero la dificultad no solo estaba constituida por la altura (4 800 m.s.n.m.), la pendiente determinada por el fuerte desnivel (45º) en una distancia tan corta (2,5Km), la lluvia y la nieble, sino que muy aparte de eso, llegar al abra implicaba superar un sistema de pequeñas quebradas y cadenas de cerros que nos desorientaban, por lo que la consulta al GPS era obligatoria, pero nuestra capacidad de observacuón era lo más importante, ver la silueta de la montaña entre la niebla reconocer los pasos, etecétera, por que recuerden que el GPS consibe las rutas en Linea recta, lo cual en la realidad no es así por que hay que flanquear obstáculos naturales: pero eso si, estoy seguro que sin ese aparatito y el buen ojo de Saúl nos hubieramos extraviado en medio de la niebla inebitablemente.

Cerca de las 12:00 pm. asaltamos el abra sin nombre ( UTM: S18, 495234E, 8679425N), con lluvia, niebla y mochila al hombro, de allí trasé en el GPS la ruta a la Laguna Huntay, arrojandome el aparato una distancia de 3,5 Km en liena recta.Caminamos cerca de dos horas y la distancia que marcaba el aparato era la misma y una hora después era igual..¿que coño pasaba?, ¿los satélites del que depende el GPS estaban fallando?, ¿había yo programado mal la ruta?, ¿era acaso una broma de mal gsuto del DoD?, no, lo que pasaba es que para llegar a la laguna estaba bordeando una montaña, el monte Yanaucsha, trazando la ruta real una suerte de arco o semi circunferencia al rededor de la laguna, por lo que siempre estábamos a la misma distancia. Luego de bordear dicho derro, llegamos y vimos por fin la laguna, hermoza, al pie de la cara oeste del nevado Huaytapayana, la laguna estaba a 4 750 m.s.n.m. y nosotros a 1, 5 Kilometros de distancia, pero separados por unsdesnivel de 150 metros, casi un precipicio entre la laguna y nosotros, por lo que preferimos no llegar a la laguna y conformarnos con las fotos de lejos.


Para suete nuestra, luego de cinco horas de lluvia y granizo, el sol asomó por lo que aporvechamos para almorzar: pasas, maní, chocolates, y los infaltables Power Bar, etc y descansar. Luego procedimos a ejecutar la última etapa de la ruta, descendimos 500 metros de altura en hasta la quebrada Huishna la cual empalmamos con la quebrada Ronda, la cual luego de seis horas de caminata y nueve kilómetors, nos conducjo a la exhacienda Acopalca, siendo acompañados en el último tramo por dos simpáticos niños de la zona, elegantemente vestidos con un chalequito negro con motivos andinos, no se si por casualidad o como parte del Marketin turístico de la zona, pero en todo caso nos encantó el detalle.

En Acopalca nos brindaron para pernoctar uno de los ambientes de la excasa hacienda (ah!!!, que tiempos aquellos) la cual se encontraba lamantablemente en muy mal estado, pero para nosotros fue suficiente. Cenamos un mexicano arroz con frejoles que venía en caja (de venta en Wong) que no me salió muy bien, por eso de que es una joda preparar arroz en la sierra, y a dormir, muy cansados pero sanos y salvos, sin bajas y solamente un masoquistas y satisfactorios cansancio propio de la gente que hace montaña.

DE REGRESO A HUANCAYO, (VOLVEREMOS):

Sandro regresó a Lima el mismo 08 de diciembre al medio día, quería estar bien descansado para trabajar al día siguiente. por nuestra parte Saúl y yo nos quedamos para recorrer con fines turísticos recoriendo el valle del mantaro hasta terminar en Igenio donde almorzamos un delicioso Chicharón de Trucha y luego fuimos a Concepción donde disfrutamos de las fiestas típicas de la reguón. 

El día nueve, gozamos de las instalaciones del Alberge de Luis Hurtado ("La Casa de la Abuela") en un relajo total: Tennis de Mesa, Fulbito de Mano, Sapo, Lectura, etc y luego a Lima a trabajar para vivir. 

Definitivamente tenemos pensado volver a la zona de Huancayo por que el potencial turístico (especialmente enfocado a las actividades de montaña) en excepcional no solo para rutas de Trekking y escalada, sino para rutas de ciclismo de montaña. Volveremos.

AGRADECIMIENTOS:

A las personas:

A Lucho Hurtado, por su amabilidad, y por el excelente servicio prestado en tanto en la Casa de la Abuela como en La Cabaña. A la Señora de Hurtado por su amable trato en la Casa de la Abuela donde estuvimos hospedados.

Al Alcalde de Canchayllo (Hector Dionisio Cochachi), por sus buenas intensiones

A Sandro, por su buen humor, y por habern caminado bien.....

A Saúl por su buen ojo para la ruta....

A mis socios del Estudio que se encargaron del mismo durante mi ausencia.....

A las cosas:

Al GPS, el cuarto miebro de la expedición, al equipo para la lluvia que nos mantuvo siempre secos y a los tamales mexicanos y sus 800 calorías que me dieron la energía necesaria para llevar adelante la caminarta.

EL SOUND TRACK: 

El Huayayay de los Kjarkas, 








jueves, 23 de abril de 2020

CHOQUEQUIRAO AÑO 2000

Ordenando mis archivos he encontrado esta vieja crónica de mi primer viaje a Choquequirao en el año 2000 y he decidido publicarla (con fotos de la época), tal cual le encontré, hoy 23 de abril del 2020, veinte años después.

“Y otra vez fluyen leves los dones del recuerdo

cuando el mundo se extingue en silencio
Y los ojos premunidos de escarcha apenas existen
Rastros de agua bajo las hojas de los predios 
sobre Promontorios
una ciudad remota
persiste en el eco de las voces...”
(poema “Invierno” del poemario “Estaciones” 
de Miguel Angel Huamán Villavicencio)

CHOQUEQUIRAO: EL ULTIMO REFUGIO.


Hace aproximadamente dos años mi amigo, el fotógrafo y médico Guillermo Otoya, indagaba, no solo en Perú sino también en los Estados Unidos, acerca de los lugares más importantes para visitar en el territorio peruano. Es así que en el marco de esas indagaciones tomó conocimiento de la existencia de un lugar de extremo interés arqueológico e histórico, ubicado entre los departamentos de Cuzco y Abancay, y cuyo acceso implicaba una ardua caminata de 60,00 kilómetros, la cual nos conduciría, en su primera mitad, a los más profundo del Cañón del Río Apurímac, uno de los más profundos (sino el más profundo) del planeta, para finalmente arribar a un lugar denominado Choquequirao.

Se trataba este lugar del Centro Ceremonial Inca de Choquequirao, ubicado en un espolón rocoso en la parte alta del Cañón del Río Apurímac, resultando para nosotros muy difícil conseguir información al respecto, al menos en Perú, en tanto solo teníamos referencia del acceso efectuado a dicho lugar por expediciones extranjeras, de gente entendida,  más no peruanos, por lo que no figuraba (en Perú) como una ruta turística comercial.

Durante estos dos años hicimos lo posible por conseguir el tiempo y el financiamiento para organizar una expedición a Choquequirao, acordando mantener la mayor discreción a cerca del proyecto. Sin embargo tomamos conocimiento que en el año 1999 otros grupos organizados por Renzo Uceli y Kurt Woll (?) habían visitado la ruinas y hecho pública su visita por lo que en el último año empezaba a sonar en revistas y en el ambiente del turismo de aventura. Sin embargo no nos desanimamos en tanto estábamos todavía a tiempo, es decir que podríamos viajar antes que la ruta se vea “contaminada” por el turismo. 

La hora había llegado. Ambos disponíamos desde el 25 de Julio al 03 de agosto del año 2000. El financiamiento sería, para variar, propio y el único apoyo que conseguimos fue por parte de la empresa especializada en venta de pasajes y turismo en general TRAVELNET (Av. La Encalada 1615, Surco) quien para esta expedición nos facilitó dos radio receptores Motorola Talk About 280 (con un alcance efectivo de 4,00 Km)  y repelente para Insectos “Jungle Juice” de REI especial para ser usado en zonas tropicales (imposibles de conseguir en Lima).

El viaje de ida lo haríamos por tierra vía Abancay, donde estaríamos por lo menos dos días a efectos de aclimatarnos mediante una visita previa al Santuario Nacional del Ampay, para luego partir con destino al poblado de Cachora punto de partida al complejo arqueológico del Choquequirao.


Martes 25 de julio del 2000, día de la partida, 1:30 pm, Guillermo me informa que por motivos de trabajo no podría partir conmigo ese día y que me daría el alcance en Cachora el día 28 de julio, viajando por avión, vía Cuzco. Yo sí partiría ese día con destino a la ciudad de Abancay, a las 5:30 pm (6:30 pm en realidad) en un bus de la Agencia “Wari” (Jr. Montevideo 809, Lima) a un costo de S/ 60,00 el pasaje. El viaje duró aproximadamente 24 horas, por una carretera en muy buen estado, lo que hizo soportable tan larga travesía, a lo que no colaboró en nada la película de karatecas exhibida durante la misma. El viaje sin mayor novedad. Lo bueno fue que conocimos a dos chicas de quien nos hicimos amigos: Mirian y Doménica. Lo malo es que me robaron mi Walkman nuevo, adquirido especialmente para ese viaje, (no las chicas que conocí, sino una señora que viajó conmigo y se bajó unas horas antes de llegar a Abancay), es lo que vulgarmente denominaríamos un gaje del oficio.

Miércoles 26 de Julio, 5:00 pm coincidíamos en la ciudad de Abancay  con mi amigo el fotógrafo Lucho Yupanqui y con mi colega el abogado y montañista Carlos Berger (de cuyo viaje a la ciudad de Abancay yo me había enterado más o menos una hora antes de mi partida) y con quienes, además de compartir una habitación en el Hostal “Samy” (Av. Arenas 159, Abancay, a razón de S/ 45,00 la noche por una habitación con tres camas). Ese día vimos juntos el partido Perú - Uruguay (sin comentarios). Al día siguiente coordinaríamos para viajar juntos al Santuario Nacional del Ampay, ubicado  a unos cinco kilómetros de la ciudad llegando nosotros hasta la base del nevado Ampay, en una caminada que entre ida y vuelta nos tomó unos quince kilómetros.

Esa misma noche luego de comprar el pasaje a Cachora con Carlos y Lucho  (quienes también iban a Choquequirao en el marco de una actividad organizada por el grupo “Aire Libre”, según habíamos podido leer en algunos diarios semanas antes), yo me fui al concierto de Miky Gonzales donde coincidimos con Miriam y Doménica, las amigas que conocí durante el viaje.


Viernes 28 de julio, 5:00 am, parte de Abancay el carro (pequeña combi) rumbo a Cachora (UTM: 18, E:7 36 727, N:85 05 147;  m.s.n.m.: 2700),  a unas tres horas de viaje, a 18,00 Km al noreste  de Abancay (yo dormí durante el viaje), arribando a nuestro destino a eso de las 8:30 am. En el acto nos pusimos en contacto con los arrieros de la zona y contratamos los servicios del Señor Serrano quien cargó nuestro equipo en dos burros. Guillermo estaría arribando al Cuzco (a unas seis horas de Cachora) a las 6:00 am y calculaba yo su arribo a nuestra locación a eso de las 3:00 pm. Por su parte Lucho y Carlos esperaban que la gente de su grupo arriba más o menos a esa misma hora, por lo que acordamos compartir los burros e iniciar juntos la caminata hasta que cada uno se reúna con sus respectivos grupos.

Los primeros diez kilómetros fueron relativamente planos, en realidad implicaba superar un leve desnivel, comprendido entre  los 2 700 m.s.s.m. de Chachora hasta los 2800 .m.s.n.m. de lo que podríamos denominar el “Primer Mirador” (UTM: 18, E:7 37 097, N:85 12 821;  m.s.n.m.: 2800), desde donde se divisa no solo lo más profundo del Cañón río Apurimac, que de por sí es impresionante, sino además, muy a lo lejos, el Centro Ceremonial de Choquequirao, distante a casi dos días de camino de nuestra locación. En efecto, eran casi las 2:00 pm y nos habíamos colocado en lo alto (no se si en lo más alto, pero eso parecía) del Cañón del Río Apurimac, distante su parte más honda a 1000 ó 1200 metros (de precipicio) de nuestra ubicación; SIMPLEMENTE IMPRESIONANTE, el fondo, el agua verde o turquesa, estrechas secciones iluminadas solo unos minutos al día por la luz del sol y secciones permanentemente oscuras a las que el hombre no ha podido acceder. 

El siguiente paso, es decir los siguientes diez kilómetros, serían para nosotros descender a los más profundo del Cañón y recorren paso a paso los 1200 metros de desnivel que nos separaban del fondo. Ajusté bien las rodilleras y tobilleras de neopreno, adquiridas especialmente para la ocasión, regulé el bastón de trekking a la altura adecuada, coloqué que en mi nuevo walkman (comprado en Amancay) un cassette con música de J.S. Bach especialmente grabado para este momento, asigné una de las radios Motorola Talk About 280 a Luis Yupanqui quien por su buen estado físico plenamente comprobado en la visita al Santuario Nacional de Ampay, me llevaría más de una hora y media de ventaja. Inicié el descenso, prácticamente en solitario, no sin antes echar una mirada a las ruinas de Choquequirao, en espolón rocoso cercano al nevado Corihuarachina, al otro lado del Cañón del Río Apurimac, a más de 20 kilómetros de distancia, a casi dos días de camino, aunque el mapa solo señale que eran menos de 10,00 kilómetros, puesto que dicho mapa no contempla la cantidad de curvas que el camino recorre para llegar al fondo del cañón y luego acceder al centro ceremonial. Y allá voy, con mi litro y medio de Gatorade (sabor a Lima-Limón) y mis barras de Power Bar, pasas, maní chocolates y galletas, sin la menor opción de recolectar agua en el camino (hasta tocar el fondo del Cañón), marcando los puntos en el GPS, mirando el mapa de vez en cuando, lo cual resultaba hasta cierto punto innecesario, por que el camino es uno solo y además se encuentra en muy buen estado, no presenta bifurcaciones y el kilometraje se encuentra  marcado cada 500 metros de la siguiente forma: el Km 0 es Cachora, y por ejemplo a 5,5Km de cachora el hito consignará la siguiente expresión Km 5 + 500, lo cual traducido al castellano significa cinco kilómetros más quinientos metros, marcas que en la practica hacen más angustioso el viaje cuando uno va cansado, pero no me quejo.

Empieza a anochecer, y Luis Yupanqui gracias a su buen estado físico había llegado al fondo del cañón (UTM: 18, E:7 32 432, N:85 15 127;  m.s.n.m.: 1600) una hora y media antes que yo, desde allí gracias a las radios me fue proporcionando algunos datos muy útiles del camino, atendiendo a que tendría yo transitar las últimas dos horas a oscuras. Luego le di el alcance a Carlos Berger quien se había detenido no por problemas físicos, sino por que su linterna le había jugado una mala pasada, es decir había dejado de operar. Avanzamos juntos, lentamente, compartiendo mi linterna, la siempre fiel MagLite (a la que más de un arriero le echó el ojo durante la expedición). A poco más de un kilómetro del punto de llegada diviso sobre mi, a unos 400 metros de altura un luz, al parecer otra MagLite, tal vez la de Guillermo, era imposible, le informé a Lucho por la radio y seguí adelante, luego le solicité nos envíe al arriero para que nos de una mano en tanto resultaba difícil andar con una sola linterna (mi linterna frontal Ptzel se encontraba en la mochila principal que viajaba en el burro), a los pocos minutos el arriero nos dio el encuentro y apoyó a Carlos con la iluminación. Yo seguí adelante y llegue al campamento como a las 8:00 pm aproximadamente, al  poco tiempo llegó Guillermo, en otra demostración de un excelente estado físico. (¿cómo diablos hace esta gente con eso...?). Una vez instalados en el campamento me contó de su arribo a Cuzco y de su viaje a Cachora el que duró unas seis horas, viaje que pudo efectuar gracias a que compartió una vehículo contratado para tales efectos de manera conjunta con el grupo de excursionistas de “Aire Libre”, quienes esa misma noche se habían reunido ya sus compañeros Luis Yupanqui y Carlos Berger. Una vez armado nuestro campamento, efectuamos con Guillermo las coordinaciones para el día siguiente, establecimos las frecuencias para las radios, marcamos los mapas y los puntos en el GPS, separamos los alimentos para la jornada del día siguiente y a dormir, cada uno en su carpa, en medio de un otoñal bosque y un cálido microclima (generado por el asoleamiento de las paredes rocosas del cañón) que me permitió dormir en camiseta y en pantalón corto (dentro de la bolsa de dormir) estrenando la colchoneta que me vendiera mi amigo Felipe Salaverry antes de viajar a  Estados Unidos. Hecho todo esto solo quedaba pensar un poco y luego dormir con la música de Bach y el sonido del río como último y único arrullo, sin molestia alguna en las rodilla y el tobillo (lo cual era una de mis preocupaciones más importantes).


Para variar Guillermo se levantó primero que yo, que para cuando salí de mi carpa él ya tenía el 75% de su equipo empacado y se encontraba a punto de partir. Yo demoré un poco más y al ritmo de lo último de Ana Torroja (“Pasajes de un Sueño”) partí media hora después, estando simbolizada mi partida con el cruce del puente sobre el río Apurimac; y si bien durante todo el día no lo volví a ver a Guillermo hasta la tarde de ese mismo día, ya en Choquequirao, la comunicación radial era constante. El me iba dando datos del camino y detalle técnicos, como el que me abstenga de beber un refresco de caña de azúcar que preparaban de manera artesanal en un caserío con no más de seis habitantes denominado Santa Rosa (UTM: 18, E:7 32 860, N:85 15 280;  m.s.n.m.: 2700) y mucho menos el aguardiente hecho en casa que ofrecían en el mismo lugar. 

Salir del fondo del cañón hasta la parte alta, denominada Marampata (UTM: 18, E:7 32 559, N:85 17 096;  m.s.n.m.: 2850, a 5 kilómetros de Choquequirao), implicaba una caminata de cinco kilómetros de subida desde el fondo del cañón. Una subida muy técnica, por cierto en el sentido que uno debía dosificar sus fuerzas, lo cual era solo posible hacer con las piernas, la imaginación y algo de música. A eso de las 2:00 pm. llegue a Marampata, desde donde se vuelve a divisar Choquequirao, pero esta vez  mas cerca, a solo cinco kilómetros de distancia, luego el tramo final es relativamente plano (por que lo plano y lo cerca en la sierra es siempre relativo)  hasta el “puesto de control” (donde afortunadamente no obran los carteles ni tarifas del INC :Instituto Nacional de la Cutra), donde originalmente teníamos planeado acampar, sin embargo con Guillermo Otoya, quien ya se encontraba en Choquequirao, distante a poco menos de dos kilómetros, acordamos acampar los más cerca posible del centro ceremonial. Eran las cinco de la tarde y ya estaba yo en Choquequirao (UTM: 18, E:7 30 246, N:85 18 406;  m.s.n.m.: 3094). 


Corre la sustancia de diabólica sonrisa
en tu sangre de corcel acalorado.
La mestiza gota que nos une
Es un tiempo acongojado que nos mira
arrodillado en la pretina de los ojos.
Corre la indomable importancia de los años,
La sabia diferencia de aquello que callamos.

(fragmento del poema “Aullido Sagrado” de
Doris Moromisato Miasato)

Acampamos al pie del centro ceremonial y a la mañana siguiente subimos al cerro que denominan “El Usnu” desde donde pudimos apreciar la magnitud del complejo arqueológico de Choquequirao,  cuya construcción se atribuye a los Incas Tupac Inca Yupanqui y Waynacapac, (entre los años 1471 y 1527), sirviendo este originalmente como el más importantes núcleo administrativo, político, social y económico, a través del cual se efectuó el control  del ingreso a la región del Vilcabamba, cuya conquista, en vías de expansión del Imperio, fue efectuada por los incas en el siglo XV.

Encontramos en Choquequirao claramente identificables las zonas destinadas al culto, a la agricultura, a las viviendas de la clase administrativa, obrera y militar, impresionantes andenerías que revelan solo un pequeño porcentaje de lo que se realmente se haya oculto bajo la agreste vegetación; un sistema de acueductos que  abastecía de agua a todo el complejo, y ese estilo arquitectónico inca que por momentos nos recuerda a Macchu Picchu.

Al parecer este lugar habría servido finalmente a los incas como refugio y punto de resistencia a la invasión española desde del año 1536 hasta el año 1572,  año en el cual sería abandonado, olvidado y devorado por la vegetación por un lapso de 250 años, hasta su descubrimiento en el año 1834, efectuado por el explorador francés Eugen de Sartiges. 

Como a las 11:00 am. del día siguiente iniciamos el descenso al fondo del cañón del río Apurimac a donde arribé a eso de las 4:30 pm, muy cansado (digamos que me jugué mi Eco Challege), una hora después llegó Guillermo y tras él, luego de tres horas arribó Carlos Berger, con quien ahora compartíamos al arriero, el cual por cierto nos hizo esperar hasta eso de las nueve de la noche porque tuvo problemas con las bestias de carga, incluso nos habíamos echo la idea de pernoctar en una tétrica cabaña ubicada al lado del puente, pero finalmente llegó, encendimos una fogata y conversamos como hasta las media noche.

Amanece y para lo último que tenía ganas, era para caminar el tramo final, de 20 Km, hasta Cachora. Es por eso que aprovechando que el arriero llevaba un par de mulas extra, decidía avanzar los primeros cinco Kilómetros montado en un animal lo cual hice hasta que me caí del mismo cuando fui topado por unas ramas. Como a las 2:00 pm llegamos al “Primer Mirador”, desde donde le dimos la despedida a Choquequirao y ya con un camino más suave llegamos a Cachorra a eso de las  5:00 pm., arreglamos las cuentas con los arrieros, nos hospedamos en un hotelito cuyo nombre no recuerdo y a la mañana siguiente partimos primero a Saihuite, donde pudimos ver el famoso monolito en el que se represente una suerte de maqueta que grafica las regiones del Perú y en el cual, según el vigilante, que hizo las veces de guía, figuraba el complejo de Choquequirao.


Luego nos dirigimos a la ciudad del Cuzco, donde estuvimos cuatro días, dos por nuestra cuenta, en el “Hostal Cáceres” (calle Plateros 368, S/ 20,00 la noche) y los otros 2 en el “Sonesta: La Posada del Inca” (U.S.$120,00 la noche) por cortesía esto último del la empresa de aviación “Lan Perú” la cual, tras haber afrontado problemas de espacio en su vuelo con destino a Lima, procedió a hospedarnos por dos noches en un hotel de lujo (alimentación incluida), a lo cual sumamos un tour al valle sagrado por cortesía de CENFOTUR (Cuzco). En nuestra opinión el justo premio por el éxito (para nosotros) de la expedición a Choquequirao.





Agradecimientos: a Ernesto Romero y TRAVELNET S.A., a Lan Perú, al hotel “Sonesta: La Posada del Inka”, a la discoteca Kamikaze, a CENFOTUR (Filial del Cuzco), al Instituto Geográfico Nacional, a la tía que me robó mi walkman en Abancay (para que vea que no le guardo rencor), a la gente de Cachora, a Luis Yupanqui (que me ayudó mucho durante el primer día para el arribo al fondo del cañón), a Michel Vaudenay por la información proporcionada.   

  



miércoles, 29 de enero de 2020

YAULI – LAGUNA POMACOCHA



Nunca imaginé que desde el siglo XVI la localidad de Yauli empezó a escribir las primeras páginas de su historia. En efecto en el año 1580, durante el virreynato, se creó la comunidad de San Antonio de Yauli, conformada por aquellos sobrevivientes a los trabajos forzados en los obrajes y las minas, una suerte de selección natural, en la que los más fuertes sobreviven, dando lugar a sucesivas generaciones que se adaptan mejor a su entorno. 

El distrito propiamente entendido como una demarcación territorial que formaba inicialmente parte de la provincia de Jauja del departamento de Junín, fue creado en 1847. Luego al crearse la Provincia de Tarma pasó a formar parte de ésta, para finalmente convertirse en una de las provincias del departamento de Junín en el año 1906 con una extensión territorial de 388.42 Km2, dentro de los cuales se encuentran distribuidos diez distritos: La Oroya, Chacapalpa, Huayhuay, Marcapomacocha, Morococha, Paccha, Santa Bárbara de Carhuacayan, Santa Rosa de Sacco, Suitucancha, y Yauli, propiamente dicho.

Entre los atractivos turísticos de Yauli podemos mencionar el cerro Marcapunta, ubicado en el territorio de Chacapalpa, el cual cobija ruinas prehispánicas; las cuevas de Chuchamarca, las ruinas de Chuchomarca y las ruinas de Aquascocha, ubicadas en las faldas del cerro del mismo nombre, próximas a reservorios naturales de agua. 

También, a pocos minutos, podemos encontrar los baños termales de Yauli, que son uno de los principales atractivos turísticos de la localidad, conocidos entre los pobladores por su alto poder curativo. La temperatura de sus aguas se encuentra entre 38° y 52° grados centígrados y según creen sus pobladores tienen la propiedad de ejercer una acción energética en el organismo de la persona que se baña con estas aguas. Se dice que estos baños termales poseen minerales, los cuales son el producto de los restos volcánicos que fueron removidos por los terremotos y según los pobladores sus calientes aguas son capaces de curar diversas enfermedades tales como artritis o reumatismo. Desde mi punto de vista, no hay nada mejor que remojar el cuerpo en unos baños termales luego de una ardua caminata por la zona.

Este era mi regreso a Yauli luego de muchos años, con el objetivo de trazar algunas rutas de montaña capaces de poner a prueba nuestro estado físico en el marco de los paisajes naturales de la zona, eligiendo para esta ocasión la Laguna Pomacocha como destino. Pomacocha es una de las varias lagunas altoandinas de la provincia de Yauli, perteneciente a la vertiente del Atlántico, pues sus aguas van a desaguar en el río Mantaro, que, a su vez, tras varias confluencias y cambios de nombre, termina por unirse al Ucayali. Éste y el Marañón forman el río Amazonas.

Luego de un proceso de aclimatación en la localidad de San Mateo (3 149 msnm) partimos antes de que salga el sol, ligeramente pasadas las cinco de la mañana, con destino a la localidad de Casapalca (3 740 msnm), donde luego de una veloz taza de café, hicimos un trasbordo con destino a la localidad de Yauli (4 100 msnm), una vez en el distrito culminamos el proceso de aclimatación con un desayuno un poco más contundente, para luego preparar el equipo y empezar a recorrer el camino que nos conduciría a la laguna Pomacocha (4 400 msnm), para lo cual habíamos alcanzado ya las ocho de la mañana, marcada en nuestro registro como la hora de partida.

El camino es una carretera afirmada que une el distrito de Yauli con el caserío de Pomacocha, con una distancia de ida de aproximadamente diez Kilómetros y la cual pasa muy cerca a los baños termales de la localidad, ubicados a dos Kilómetros de nuestro punto de partida y respecto de los cuales, por razones estratégicas, decidimos visitar a nuestro retorno de la laguna. La ruta no nos exigió mayor esfuerzo, pero si era necesario un adecuado proceso de aclimatación para poder hacer el recorrido de manera continua y dentro de los tiempos establecidos. Siendo la una de la tarde llegamos a nuestro destino, la Laguna de Pomacocha, donde hubo tiempo para preparar café, comer unas barras energéticas y contemplar el paisaje, para luego emprender el retorno a Yauli, previa parada en los baños termales del mismo nombre para una sesión de treinta minutos de relajo en sus tibias aguas, lo cual nos abre el apetito y nos invita a tomar un sueño reparador. Haciendo un gran esfuerzo dejamos las tibias aguas de los baños termales y nos dirigimos en un tramo final de dos Kilómetros a Yauli, donde llegamos a las siete de la noche, justo para la hora de la cena, para luego dormir profundamente.



domingo, 12 de enero de 2020

LOMAS DE PACHACAMAC

Las lomas costeras, según lo que no enseñaron en la escuela, son zonas que durante el invierno, debido a la acumulación de neblina de junio a noviembre, reverdecen, sirviendo de hogar temporal a distintas especies como caracoles, zorros, vizcachas, lechuzas y turtupilines.

Estas zonas son ideales para los observadores de la naturaleza, sino para aquellos que en armonía con el medio ambiente deseamos realizar caminatas de montaña no muy exigentes en lo que a la altura sobre el nivel del mar se refiere, pero si con un cierto grado de dificultad en lo que a la distancia se refiere, sumado a eso el clima relativamente caluroso y sol sofocante, y neblinas envolventes.

A poco menos de cuarenta kilómetros al sur de Lima, muy cerca del valle del río Lurín, en el marco de un un paisaje seco y arenoso, la naturaleza nos muestra formaciones vegetales propias de las lomas, en las que hace muchos años el botánico Augusto Weberbauer identificó la presencia de especies como el cedrón, la lantana, el pájaro bobo, la chilca y el amancae, y árboles como el sauce, el espino, la guaba, el choloque y el molle, este último de múltiples propiedades alimenticias, medicinales, tintóreas y ornamentales. 



De acuerdo a mi experiencia, la temporada de lomas va entre los meses de Junio a octubre, mes hasta el cual se puede observar en su habitat a las vizcachas saltar entre las rocas y tomar el sol al amanecer, para luego perderse entre las caiguas cimarronas, ocas, culantros silvestres, donde se alimentas de gran variedad de insectos y se cuidan de las aves de presa, habitantes también de ese ecosistema. 

Todo esto en su conjuto conforma las lomas de Pachacamac, situadas a tres kilómetros de la margen izquierda del río Lurín y a cinco kilómetros del flanco derecho. Ahora bien, según hemos podido averiguar en la base de datos del diario El Comercio: “Por ser consideradas como el ‘pulmón verde’ del sur de Lima, las lomas de Lúcumo, Pachacámac, Retamal y Manchay han sido declaradas de interés distrital por el municipio de Pachacámac. Según la ordenanza Nº 234-2019-MDP/C, publicada este viernes en el Diario El Peruano, la comuna deberá darle un carácter de conservación, protección patrimonial, cultural y paisajista a estas áreas consideradas como ecosistemas frágiles.”



Nuestra aventura empieza un fresco sábado de agosto por la mañana. Seis en punto salimos de Lima con destino a Lurín, para finalmente luego de un hora hora de viaje llegar a un punto del valle conocido por el Mexicano, donde uno puede dejar su vehículo con toda seguridad. Se trata de kiosko a pocos metros del valle, donde los ciclistas de montaña dejan sus vehículos para dar inicio a sus aventuras. Esta vez nos toco ir sin biclas, pero al igual que en otras oportunidades sería nuestro punto de partida a 450 metros sobre el nivel del mar.

Nuestro objetivo era alcanzar el punto mas alto de las lomas ubicado a una distancia y altura inciertas para nosostros, para justamente poder documentar esos datos. Tomamos el sendero que sale de El Mexicado como quien toma la ruta a Cieneguilla, pero al llegar a los campos de cultivo, a cien metros del kiosko, nos dirigimos al a derecha por el camino que sube hacia la zona donde los ciclistas practican downhill, momento en el cual ya estabamos en medio de las Lomas, rodeados de puro verdor. Solo teníamos que seguir la carretera la cual luego se convierte en un camino peatonal, los cuales en un tramo de siete kilómetros nos condujo hasta los 875 msnm, casi al limite final de la región costa o chala, según la clasificación de Pulgar Vidal.

Todo el camino estuvimos acompañados por la niebla, esa niebla de que da la vida, esa niebla que nos da una sesación términa muy elevada, sin dejarnos ver el sol. Al llegar a lo mas alto, por la época del año, no pudimos ver el valle o las lomas en toda su extensión, pero sabíamos que estaban alli, lo mejor que pudimos ver fue a un ave de presa vigilando sus dominios. Luego, vino el retorno de siete kilómetros, mucho mas rápido por ser de bajada. Es así que a la una de la tarde ya estabamos en el carro, camino a casa, no sin antes buscar una clasica pachamanca de la zona, para apasiguar el hambre y recuperar energías.