martes, 15 de abril de 2014

EXPEDICIÓN AL DESIERTO DE ICA, BAHIA DE LA INDEPENDENCIA, LAGUNA GRANDE, PARACAS 2014.




EXPEDICIÓN AL DESIERTO DE ICA, BAHIA DE LA INDEPENDENCIA, LAGUNA GRANDE, PARACAS 2014.





Parecía que este año la clásica expedición al desierto de Ica no se llevaría a cabo. Pero luego de muchas postergaciones, desde el mes de Enero hasta el mes de Abril, finalmente el grupo se consolidó y todos pudimos hacer coincidir nuestros tiempos.


Kike Antón



Yrma Meneses y Griselda Aparicio

Este año fuimos seis personas: Kike Antón, Jaime Terán, Daniel Sparrow y Griselda Aparicio (para quienes era su segunda expedición al desierto); Yrma Meneses (primera expedición) y Renzo Miranda. Llegamos a Ica casi a la media noche del Jueves 03 de abril del 2014, directamente a descansar. Jaime Terán llegó un poco más tarde y lamentablemente fue víctima del hurto de su equipo y mochila en la empresa de transporte Soyuz, lo cual lo dejaba aparentemente fuera del proyecto. Sin embargo gracias a la solidaridad del grupo, Jaime tuvo la oportunidad de agenciarse de una mochila alternativa un poco mas pequeña que Kike había llevado para transportar su equipo fotográfico y comprar los víveres y ropa para la expedición; carpa y cocina compartiría con Daniel. Lo bueno es que el 70% del equipo es liquido, puesto que no se lleva equipamiento para el frío o lluvia, así es que fue relativamente fácil para él reequiparse, solo teníamos que postergar la partida un par de horas. Aunque yo siempre tuve mis dudas y reparos, debo felicitar a Jaime por su terquedad y a Daniel y al resto del grupo por su solidaridad.


Jaime Terán

En esta ocasión contratamos un vehículo que nos desplazó al kilómetro veintiuno de la carretera que une Ica con Carhuas, ubicado a aproximadamente 400 msnm. Esta vez fue muy fácil porque el kilometraje de esa carretera esta marcado desde hace un par de años. A ese punto llegamos aproximadamente a las nueve de la mañana. Allí trazamos nuestro rumbo (237 SO) con destino al sur de la Bahía de la Independencia, a unos veinticinco kilómetros de nuestra inicial ubicación. Los primeros seis kilómetros por Cerro Carrasco y el Cerro Cruz Chico, fueron los más extenuantes por ser una suerte de pequeñas quebradas y pasos de baja altura, para luego recorrer los diez kilómetros de la Pampa Joya Honda: una zona de tierra compacta que pone a prueba nuestra resistencia física, en especial bajo el intenso sol del desierto.







Vegetación en medio del desierto


Cerámica prehispánica.


Falla Geológica.

A las 6:30 pm el sol empieza a caer, desde nuestra posición entre los Cerros Tunga, en una explosión de color rojo en sus diversos tonos. El grupo puso lo mejor de si para caminar de noche, lamentablemente solo teníamos la mitad de las linternas que debíamos tener. Lo óptimo es una por persona y solo teníamos tres. Finalmente a eso de las nueve de la noche decidimos acampar en la pampa ubicada entre los Cerros Yarepajó y la Loma Cuesta Chilcatay a 700 msnm (18L 0384321 - 8423051), habiendo completado ese día aproximadamente veintidos kilómetros de caminata.










A la día siguiente, siendo aproximadamente las ocho de la mañana, continuamos la caminata bordeando el Cerro Tunga por su lado sur, teniendo a vista Morro Quemado y el mar, empezando a delinear el contorno de la Bahía de la Independencia.

















Recorrer la Bahía de la Independencia es toda una experiencia. Caminamos casi a nivel del mar, en un largo tramo de veinticinco kilómetros por caminos muy bien definidos, con un fresco viento y brisa marina. Sin mayor contratiempo llegamos a Carhuas (18L 0375438 - 8427786) aproximadamente al medio día. El único valiente que se baño en esas frías aguas fue Jaime en el Cielo y no se como lo hizo porque le habían robado su ropa de baño. Lo curios es que mientras se bañaba tras de él dos delfines nadaban, pero Jaime no se daba cuenta.















Bahía de la Independencia, zona sur.



Rumbo a Morro Quemado


El tramo siguiente, por Punta El Rollo, Punta El Coquito, y Playa El Calquio y Playa Chucho, fue relativamente fácil, hasta toparnos con Cerros El Frontón y Chucho, los cuales se constituían como los grandes obstáculos entre nosotros y nuestro destino: Laguna Grande. Para ese tramo final el grueso del grupo optamos por bordear dichos cerros lo cual significó agregar cuatro kilómetros más a nuestros plan de caminata, pero era necesario: la noche nos empezaba a ganar, Yrma tenía una colección de ampollas en ambos pies y Kike un molestia en la rodilla y la idea de atravesar los cerros de manera directa, de noche, como pocas linternas, no nos pareció optima. El único que se arriesgó fue Daniel quien pudo trazar un camino que lo hizo llegar a nuestro destino una hora y media antes que el resto del grupo.




















Antes de las nueve de la noche llegamos a Laguna Grande. No había, a esa hora, donde abastecerse de nada, tuvimos que echar mano a las raciones de emergencia, finalmente armamos nuestro segundo campamento para dormir exhaustos.








A la mañana siguiente, solo nos quedaba consumir nuestras ultimas provisiones. Lamentablemente como ya había terminado la temporada de verano no había, como en otras ocasiones, restaurantes y bodegas. Sin mayor esperanza de comer un pescadito y unos mariscos, partimos rumbo a paracas en un tramo de enlace de veinticinco kilómetro, muy conocido por todos nosotros, pasando por las Salinas de Otuma y llegando a la entrada de la Reserva Nacional de Paracas por esa increíble carretera de sal afirmada. Ya en el Chacho, nos dimos un super banquete de pescados y mariscos, el esperado banquete por tantos días.

















ULTIMO MINUTO: Ya en Lima, nos enteramos que la empresa Soyoz había recuperado el equipaje de Jaime, demasiado tarde, pero muy bien de todos modos.