miércoles, 29 de abril de 2015

CAMINATA AL DESIERTO DE ICA Y PARACAS: 55 Km





"Paracas es una voz quechua que significa lluvia de arena (para, lluvia, y aco, arena), y alude a los efectos causados por los vientos huracanados que suelen azotar periódicamente la región, los mismos que arrastran arena y guano de las islas cercanas, y cubren con ella la superficie a modo de una capa blanquecina. Este fenómeno atmosférico ha dado su nombre a la península de Paracas, y por extensión, a la cultura preinca descubierta en esa región." Hace 2500 años ya transitaban por el desierto los hombres y mujeres de la cultura Paracas, imagino que desde los valles hasta el mar, para pescar y recolectar alimentos para preparar su menú marino . Este año nos tocaría rendir homenaje al hombre de Paracas y que mejor manera que recorriendo a pie sus dominios.


 



Parecía que este año nuestra clásica caminata del desierto rompería todos los récords de asistencia. Tuvimos registrados inicialmente un total de siete participantes lo cual nos emocionó mucho, sin embargo luego de muchas idas y venidas el grupo se vio reducido a tres participantes: Daniel Sparrow, Griselda Aparición y yo, listos para la quinta edición de nuestra clásica caminata al desierto, probando como lo hacemos todos los años una nueva ruta que nos permita llegar a nuestro destino, sino que además signifique un reto para nosotros.


 

 

Arribamos a la ciudad de Ica pasada la medianoche del día viernes 27 de marzo del 2015. Nos hospedamos en un clásico hotel de mala muerte donde ya nos conocen y saben muy bien que antes del amanecer estaremos perdiendo a un lugar ellos nunca se imaginan. Aproximadamente a las siete de la mañana contactos, luego de tomar desayuno, una movilidad que nos traslado al kilómetro 32 aproximadamente de la carretera que une la ciudad de Ica con la Bahía del Independencia en la playa Carhuas. Algo raro que pasó durante esa travesía fue el hecho que el cielo estaba ligeramente nublado con relación a otras experiencias que hemos tenido en el desierto y por primera vez vimos impactar contra el parabrisas del automóvil unas gotas de agua, lo cual me hizo pensar cuánto tiempo habrá transcurrido sin que ese desierto, árido hasta los huesos, vea gota de agua sobre el.
 
 

 

Aproximadamente a las nueve de la mañana dimos inicio a la caminata. Un cielo ligeramente nublado aliviaba nuestra travesía a través de la Pampa Joya Honda a quinientos metros sobre el nivel del mar y cuyos límites se pierden o se fusionan con la Pampa de Piedras Azules. Este primer tramo significó para nosotros un desnivel de poco más de doscientos metros y unos quince kilómetros de distancia, hasta que nos alcanzó la una de la tarde y el sol asomo y sentimos la diferencia entre caminar con un clima ligeramente nublado y un sol abrasador creo que nos cansamos mucho más en las dos horas siguientes caminando bajo el sol intenso en el resto del día cobijados por la sombra de las nubes.
 
Foto: Daniel Sparrow.

 

 El siguiente tramo bordeando los cerros Yaparejo hasta llegar a lado este de los cerros de palo vento, significó caminar aproximadamente unos diez kilómetros adicionales desde ese punto ubicado aproximadamente cuatrocientos metros sobre el nivel del mar para poder apreciar finalmente desde una parte alta el Océano Pacífico, Morro Quemado y las playas que se encuentran al inicio, para nosotros, de la Bahía de la Independencia.  Nos tomó una hora mas para alcanzar nivel del mar y encontrar un punto para acampar poco antes que el sol se ocultara.

Foto: Daniel Sparrow.
 
 

 Al igual que en años anteriores el desierto nos hace el honor de revelarnos algunos de sus misterios y secretos arqueológicos, esta vez nos puso a la vista restos de cerámica prehispánica la cual cumplimos con registrar fotográficamente y dejar exactamente en el lugar donde lo hayamos. Asimismo, encontramos aparentes bases de piedra que podrían ser parte de algún tipo de construcciones: casas o tumbas, tal vez, o simplemente piedras ubicados naturalmente en forma caprichosa que nos dan la idea de algo. Definitivamente nos falta un arqueólogo en el grupo.
 





Como es de costumbre las alarmas sonaron a las ocho de la mañana pero como siempre recién estuvimos listos a las ocho. Creo que todavía pesaban sobre nosotros los veinticinco kilómetros del día anterior y más aún los treinta kilómetros que nos separaban de nuestro destino: la caleta de Laguna Grande.

Foto Daniel Sparrow.

 

Partiendo de Morro Quemado en un tramo aproximadamente de dos kilómetros paralelos al mar, pudimos apreciar una suerte de laguna alargada generada posiblemente por filtraciones del mismo Océano Pacífico, por estar esa zona ligeramente debajo del nivel del mar. En dicha Laguna pudimos apreciar pequeños peces que nadaba en saltado sobre el agua asustado por nuestra presencia y aves migratorias tomando un descanso.


Este primer tramo de nuestra travesía, este segundo día, fue de próximamente ocho kilómetros paralelos al mar por un camino extremadamente arenoso. Luego la superficie mejora y se torna un poco más firme pasando por la Playa del Morro y la Playa Tunga, hasta llegar aproximadamente a la mitad de la bahía, a un punto icónico llamado Playa Carhuas, donde nuevamente pudimos ver la carretera que viene desde la ciudad de Ica. Allí nos dimos un merecido descanso de aproximadamente sesenta minutos para almorzar. Luego volvimos emprender la marcha pasando por Punta el Coquito, Punta el Rollo, al sur este del Cerro Canastones.

 
 

Para llegar a Laguna Grande en esta ocasión en vez de rodear el Cerro Canastones en dirección noreste y luego oeste, como en años anteriores, optamos a sugerencia de Daniel por atravesar dicho de manera paralela al mar con dirección a la Playa el Chucho, para luego bordear el Cerro el Frontón y empalmar una de las carreteras que finalmente nos conduciría a Laguna Grande, aproximadamente a las ocho de la noche
 

En esta ocasión no tuvimos suerte con la comida porque llegamos tarde y lo que alcanzamos fue de bastante mala calidad un pescado muy mal frito y un arroz duro; pero no importa igual estábamos muy contentos de haber logrado la meta nuevamente este año la mañana siguiente en un tramo de mero trámite llegamos a Paracas donde tampoco tendríamos suerte con la comida.