miércoles, 11 de febrero de 2015

ASIA - LOMAS DE ASIA - QUILMANÁ - CAÑETE: 70 KM EN BICI.




Sábado 17 de enero del 2015, cinco y treinta de la mañana, salgo de Lima por la moderna Carretera Panamericana Sur, increíblemente libre a esa hora. Paro en San Bartolo para recoger a Kike Antón y Marivel Ariza y luego de unos contratiempos estamos a las nueve de la mañana en el Boulevard de Asia, ubicado aproximadamente a cien kilómetros al sur de la ciudad de Lima. 
 




Luego de dejar el carro a buen recaudo y revisar las bicis partimos aproximadamente a las nueve de la mañana con rumbo este por una carretera afirmada que alguna vez, hace muchos años, fue la primigenia Carretera Panamericana Sur, actualmente abandonada debido a la construcción de la nueva carretera y casi borrada por la erosión del viento.   



Nuestra primera parada fue a los cinco kilómetros en el pueblo de Asia, de dónde mágicamente se inicia en medio de la nada una carretera asfaltada que recorre no más de cinco kilómetros, poco antes y poco después del pueblo en mención, poco más allá de un punto llamado de Esquina de Asia, en donde el rumbo de nuestro viaje cambia al sur este.

 
 
 
Pasando un punto denominado “Esquina de Asia” en donde el camino se bifurca: a la izquierda con destino a Coayllo y Uquira; y a la derecha con destino a Quilmaná, tomamos nosotros este último destino y recorremos las Lomas de Asia, una zona que por efectos de las neblinas de los meses de septiembre y octubre, da lugar al surgimiento de vegetación temporal que convierte el árido desierto en una verde pampa. Esta vez nos tocó ver un árido desierto y un calor sofocante, por ser el mes de enero.
 
 
 
Pasando las lomas nos toca recorrer el tramo más difícil de la ruta, aproximadamente diez kilómetros de subida, por los vestigios de la muy antigua Carretera Panamericana Sur, tratando de imaginar  los modelos de los vehículos que circularon en los años cuarenta con destino a Cañete, Chincha, Pisco e Ica, con la plena certeza que mi abuelo Oscar Ormeño tuvo que circular por esa carretera en sus constantes viajes de Ica, su ciudad natal, a Lima, con la certeza que él al igual que yo, vio ese mismo paisaje, árido en verano y verde en primavera.
 
 

Al llegar a la parte más alta había algo que estuvo esperando a Kike Antón por casi ochenta años: una moneda de medio sol de oro, acuñada en el año 1941, extraviada por algún viajero de aquellos tiempos que paró unos minutos en medio de la nada para estirar las piernas. Trato de imaginar que se podía comprar con medio sol: ¿un menú, una bebida, un café?.



Una vez alcanzada la parte alta, solo nos quedaba desbloquear las suspensiones y correr a veinte kilómetros por hora dejando atrás los pocos hitos que indican el kilometraje y las pequeñas capillas que indican que en ese punto hubo un accidente de tránsito, hasta llegar a nuestro siguiente destino: el distrito de Quilmaná a donde llegamos a eso de las tres de la tarde a comer un buen trozo de sandía local (yo no en realidad), para luego emprender el tramo final de quince kilómetros con destino a Cañete (imperial). Pasadas las seis de la tarde pudimos conseguir un bus que nos condujo nuevamente al Boulevard de Asia, de donde nos tocaría regresar al norte.