domingo, 15 de julio de 2018

VINICUNCA - SIETE COLORES – MONTAÑA ARCOIRIS


Cuando estuve en Cusco en el año 2017 me enteré que existía una excursión a un cerro multicolor, que en las fotos promocionales lucía simplemente espectacular. Indagando descubrí que se trataba del cerro Vinicunca o Winicunca, más conocido como la Montaña de Siete Colores, Montaña Arcoíris o Montaña de Colores o Cerro Colorado, cuyo colorido aspecto se debe su composición mineralógica.


“Según la investigación de la Oficina Paisaje Cultural de la Descentralización de la Ciudad del Cusco, las coloraciones de la montaña de los 7 Colores se deben a la composición mineralógica que tiene: el color rosado es por la arcilla roja, fangolitas (fango) y arilitas (arena). El Blanquecino, por la arenisca cuarzosa y margas, ricos en carbonato de calcio. El rojo por compuesto por las arcilitas (hierro) y arcillas pertenecientes al terciario superior. El verde se debe al compuesto de filitas y arcillas ricas en ferro magnesiano. El pardo terroso es producto de fanglomerado compuesto por roca con magnesio perteneciente a la era cuaternaria. Y el color amarillo mostaza por las areniscas calcáreas ricas en minerales sulfurados” (://es.m.wikipedia.org/wiki/Vinicunca)



Partimos desde de la ciudad de Cusco aproximadamente a las tres de la mañana (como odio levantarme tan temprano) por la carrera Longitudinal de la Sierra del Sur peruano, la “PE-3S” en lenguaje técnico, con dirección a la localidad de Checacupe donde se toma la bifurcación hacia el poblado de Pitumarca. A partir de este poblado se recorre el viaje por una trocha carrosable pasando por varias comunidades campesinas como Ocefina, Japura y Huanchipacha hasta arribar a la comunidad de Cusipata, lugar donde termina la carretera. El viaje duró poco mas de tres horas, de las cuales dormí casi todas, salvo cuando el bus paró para tomar un desayuno en base a productos locales: café, maca, quinua, frutas variadas, yogurt y pan, muy rico, muy bueno, muy abundante y en especial, incluido en el costo de la expedición.


Aproximadamente a las ocho de la mañana llegamos al distrito de Cusipata, desde donde dimos inicio a la caminata. Es importante señalar que para acceder a la Montaña de Siete Colores, existen dos rutas: una ruta corta y otra larga, sino el caso que en este ocasión optamos por unir ambas rutas en una sola expedición, es decir, empezar por la ruta corta y evacuar la zona por la ruta larga, dando inicio a la caminara por la ruta corta.



En este primer tramo la caminata no ofreció más dificultad que la altura sobre el nivel del mar, tomándonos no más de tres horas a paso promedio superar esta subida ligeramente empinadas y de llanuras que ascienden de manera progresiva, la cuales en un tramo de cinco kilómetros nos condujo hasta los 5 200 m.s.n.m a los que se encuentra la colorida montaña, con la salvedad que decidimos tomar un camino alterno cubierto de nieve el cual le dio otra dimensión a esta experiencia, sumando no solo un grado más dificultad, sino además un atractivo paisaje gobernado por lo que los nativos de la zona denominan el Apu Auzangate.


“El “Apu” Ausangate es para la cultura andina, dador de vida y guardián de uno de los ecosistemas más variados del mundo; su nombre significa “cobre” en quechua. Cuando se encuentre en esta montaña, recuerde que es sagrada para las personas locales; de hecho, muchas de las comunidades andinas cercanas, todavía tienen fechas de peregrinación a la cima de la montaña. Como la comunidad de Chillca; de pastores de llamas y alpacas, los cuales han heredado tradiciones culturales incas y pre-incas. Es posible compartir la vida diaria de los pastores y el trabajo con las llamas.”


Nos tomamos poco mas de una hora para contemplar la montaña, acompañándonos de un reconstituyente y energizante mezcla de café con chocolate caliente, maní en sus diferentes presentaciones y barras de cereales, para luego emprender el retorno por la ruta larga, formada por una suave bajada de aproximadamente siete kilómetros hasta la zona de Quesiuno a 4 200 metros sobre el nivel del mar, nos dio mayor dificultad, para luego tomar el bus de regreso a la ciudad de Cusco.


No quiero terminar esta nota sin hacer mención a un noticia sensacionalista que ha circulado en los medios de comunicación hace unas semanas, según la cual se el Estado habría otorgado como parte de una concesión minera la montaña de Siete Colores y tras de esa noticia por supuesto venían las ya conocidas rasgadas de vestiduras, lloriqueo y aprovechamiento político. Al respecto es conveniente precisar que si bien el estado puede dar en concesión minera un área que incluya poblaciones, terrenos agrícolas, restos arqueológicos y lugares de interés paisajístico y turístico, claro esta que esta concesión esta referida a los recursos naturales del subsuelo, mas no incluye derecho de propiedad sobre la superficie, por lo que no podrá disponer de lo que pudiese haber en esta sin la correspondiente transacción con sus propietarios, en caso de ser esta de dominio privado o sin los correspondientes permisos del Estado en el caso de existir por ejemplo restos históricos o lugares de interés paisajistico, lo que solo me queda la duda si todos esos lloriqueos eran por ignorancia por con animo de obtener un provecho político.



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